viernes, 2 de enero de 2015

El hombre que susurraba a las masas

Por Marisa Lobo @Marisalobo2

"My name is Ed and my job is to entertain you.
Your job is to be entertained. Everybody say 'Hell yeah!'"
Y así, hace una mesecillo 10.999 personas y yo asistimos al concierto de Ed Sheeran, ese señor capaz de aglutinar en el Palacio de los Deportes a la misma cantidad de fangirls de One Direction y seguidores del folk-pop inglés y los cantautores de toda la vida.

Ed Sheeran salió a un escenario totalmente vacío, solo aderezado con sus dos micrófonos de rigor y el viejo loop pedal, y siguió solo durante toda la noche. No había bajo, no había teclado, no había batería ni coristas. Solo él frente a un lleno de 11.000 personas. La manera que tiene de plantear los conciertos y crear sus canciones sobre el escenario te hace viajar a una cabina de grabación en algún lugar de Londres donde X (Atlantic Records, 2014) fue grabado. Empieza grabando en el loop los acordes base de sus canciones, sigue por los ritmos creados bien golpeando la guitarra bien con beatbox, y añade notas aquí y allá hasta que te preguntas: "¿cómo se crea un backing completo con solo una guitarra?". Si ya de por sí oírlo en directo para alguien como yo es una experiencia, imaginaros oír a 11.000 personas gritar sus letras una a una durante 90 minutos. Eso, señores, se llama una audiencia dedicada a un intérprete que desde la primera canción ya estaba sudando.

Nuestro amigo Eddie tocó canciones tanto de su último trabajo, como del primer disco que sacó al mercado, + (Atlantic Records, 2011) y las mezcló casi sin enterarse con canciones como Everybody (Backstreet's back) de los Backstreets Boys, Superstition de Stevie Wonder y No diggity de Blackstreet aunque las tías tan obsesionadas como yo nos hubiéramos muerto por oír algo de sus EPs anteriores como She o Firefly (y secretamente One night pero no se lo digáis a nadie porque es muy cutre todo).

Ed es conocido por controlar al público que tiene en frente y esa velada no fue diferente en este sentido, nos hizo callar en  Kiss me/This/ U.N.I, cantar en Give me love armonizando entre nosotros, bailar en Runaway y a más de una y de dos llorar con Tenerife sea y Thinking out loud o la ya resquemada The A team.

Yo solo digo que si no viniste te perdiste un concierto como no los ha habido desde el nacimiento del autotune y el playback. Este señor se ha formado como músico tocando sobre escenarios y esto, que ya no es tan común como debería, se le nota por todos los lados. El escenario es su casa, es su medio, él vive los conciertos y los disfruta haciendo que tú también los disfrutes y metiéndote en una experiencia que no vas a querer olvidar.

P.D. Me sorprendió la de niñas de catorce años que había con la cara pintada, pelucas naranjas y gritando los estribillos de las canciones más famosas y alguna que otra propuesta de índole sexual. Padres, por favor, controlen a sus hijas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario